jueves, 8 de julio de 2004

Dilucidando los sonidos del silencio...

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Esta vez, el muy maldito me dijo que no. No era mío... Las sensaciones del pudor se van diluyendo entre las nubes, y pasa un pulcro silencio por el umbral de los sentidos. Me siento a mirarme, mientras las soledades se me disipan y encuentro en las razones de lo común, eso que nadie se atrevió a decirme.
Como noches de involuntarias velas, como llamas de insospechado azul, caigo otra vez en mi diario, o sea ustedes, o sea nada... De a poco me consumo a mi misma, mientras digiero en realidad lo que no quiero ver, lo que no quiero escuchar y en mis manos corren los tontos paisajes de juegos de ayer... Se me acaba el sentido, mientras busco mi versión preferida de Jewels en la radio, pero no aparece...
Y siento otra vez el vacío que me come, que me saborea, que me endulza para mejor sabor... Siento el vacío de mi nada, mientras estoy entre días y noches por delante, del eterno martirio de mi sal, de tu sal, de nuestras lágrimas, de nuestras arenas que se vuelan ante el viento de la música...

Soberana entre las costumbres, me yergo.

(Ya la encontré... Se había escondido la muy puta).


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